Una moza entra en la iglesia y se topa con una amiga que se lava las manos en la benditera.
-Rosaura, ¿qué estás haciendo?
-Ya lo ves, hija, vengo de confeserme. le dije al cura que se le había tocado a mi novio y me ordenó que me lavara con agua bendita.
-Pues no la ensucies demasiado, porque a mí me tocara hacer gárgaras.